LA GATERA
Nuestra
HISTORIA
Enrique y Macu, un matrimonio con raíces en Pedro Bernando, pusieron en marcha la Posada La Gatera queriendo recuperar la arquitectura tradicional de este pintoresco pueblo y también la denominación por la que se definían los lugares donde se albergaban y reposaban los pocos viajeros que en tiempos pasados frecuentaban esta zona.
Desde hace un tiempo sus hijas están tomando el relevo de este proyecto familiar. Con todas las comodidades de un hotel, se ha conjugado sabiamente la estética rural y la tecnología más moderna aprovechando al máximo las fuentes de energía no contaminantes.
Nuestra
REFORMA
La reforma de la casa ha sido completa y lo único que ha podido salvarse es aquello que el paso del tiempo ha respetado como vigas, recuperadas pacientemente de la carcoma, por Enrique, la piedra imperecedera de la rueda de moler, las distintas piletas y el jardín semicircular. El resto ha sido una obra de más de dos años en la que los mejores artesanos del lugar, albañiles, canteros y forjadores han plasmado su buen hacer.
La casona, deshabitada hacía tiempo, con distintas alturas, pasillos llenos de recovecos, desniveles y estrechas habitaciones, de la que habían hecho su refugio natural los gatos sin techo, pero que hablaba de tiempos mejores, ha resurgido como una de las más auténticas y acogedoras posadas de la región. Siguen las distintas alturas que le confieren un atractivo especial y respeto por la arquitectura típica de la zona; pero los recovecos han dado paso a la luminosidad y la estrechez de las antiguas habitaciones a la amplitud y comodidad de las actuales.
Macu, la posadera actual, logró poco a poco devolver los gatos a su hábitat natural, calles y campos del pueblo aunque siguió ocupándose de su alimentación. De ahí el nombre de la posada y la posibilidad de que los viajeros con mascotas, cuidadas y acostumbradas al trato con las personas, puedan cobijarse en La Gatera, donde tienen garantizados el buen yantar y el buen reposar.
Según una piedra hallada durante la rehabilitación, la casa data del año 1860 y se han conservado en su ubicación original, la piedra de moler y una pileta de granito labrada a mano.
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